En su almuerzo con la CGT, la Presidenta le dedicó unos minutos al salario.
Suelta de cuerpo, aseguró que no “hubo ni habrá planteos, como algunos preanuncian, desestabilizantes o excesivos” (Clarín, 10/3).
La Presidenta no piensa lo mismo cuando se trata de pagar la deuda externa montada en la usura, con o sin reservas del Banco Central.
¿Alguna vez hubo salarios “desestabilizantes o excesivos”?
La señora K piensa como lo hacen los patrones.
Los trabajadores no tenemos por qué seguirla por ese camino.
Con una inflación del 30 ó 40% anual, no vamos a quedarnos rumiando las penas, mientras el J.P. Morgan, al ver el rabioso deseo de pagar de los K, recomienda especular con la deuda argentina.
Es precisamente el pago de la deuda confiscatoria la causal de la inflación, porque de otro modo esa plata podría ir al aumento de la capacidad de producción de los productos que consumimos los trabajadores.
El domingo pasado, en Islandia, el 98% de los votantes rechazó el pago de la deuda externa que les fue impuesta por los gobiernos de Gran Bretaña y Holanda.
Contra una inflación del 30 al 40%, la Presidenta ordenó a la burocracia de Ctera que firme un aumento del 16%.
Los bonos indexados de la deuda tuvieron mejor suerte: el cupón del PBI, en dólares, ganó el mismo 16%, pero no en 2010... ¡sino en lo que va del mes de marzo!
Para los K, la inflación no existe, es un ‘reacomodamiento de precios’, en tanto que el pago de la deuda no es confiscación sino futura reducción de la tasa de interés.
Los K piensan con su panza, la de los patrones.
La burocracia sindical hizo suyo el cepo salarial que baja desde la Rosada.
La deuda externa o los salarios, ésta es la cuestión.
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