viernes, 3 de julio de 2009

Gripe A: El Partido Obrero plantea

1. Cese por 15 días de toda la actividad del país (como hizo México), ya sea laboral, comercial o educativa.
2. Aumento inmediato del presupuesto de salud para enfrentar la emergencia, bajo el control de los trabajadores de los hospitales.
3. Colocar el sistema de salud privado bajo manos públicas, utilizando todos los recursos disponibles para la atención del pueblo.
4. Incorporación del presentismo al básico, mientras dure la emergencia.
5. Que los salarios se paguen al ciento por ciento en caso de suspensión de actividades.

La Argentina es el tercer país por número de víctimas de gripe A (42 al 30 de junio) y por el aumento de casos. El diario La Nación (29/6) afirma que “los muertos serían más de un centenar y el número de infectados, más de 10.000”. El ausentismo escolar llega al 40% y el laboral, al 30%. Todos los especialistas coinciden en que las peores semanas son las que están por venir.
Sin embargo, el Comité de Crisis formado por el gobierno está paralizado. No decretaron la emergencia sanitaria sino que dejaron librado el accionar a cada provincia. Ni el gobierno nacional ni los de las provincias, incluso aquellos que están en manos de sectores opositores, propusieron aplicar una política para enfrentar de raíz la epidemia.
¿Qué se debe hacer? Todos los especialistas coinciden en que el cierre de las actividades públicas en México logró frenar la epidemia. Habría que hacer lo mismo: limitar los viajes, montar cordones sanitarios, prohibir eventos masivos. De nada sirve suspender las clases si, por otro lado, la gente sigue viajando en medios de transporte abarrotados o si se estudia o trabaja en condiciones propicias para extender el contagio.
Pero si no se lleva adelante esta política es porque se prioriza la defensa de los intereses de los capitalistas. Para éstos cualquier suspensión de la producción equivale a dejar de ganar millones y millones de pesos. El gobierno prioriza los intereses de los capitalistas, no la salud de la población. Ni siquiera se ha tomado la medida elemental de incorporar, mientras dure la emergencia, los presentismos al básico. Si se suspenden actividades por la pandemia el salario debe ser pagado igualmente al ciento por ciento.
La epidemia de Gripe A muestra que el sistema sanitario argentino está en ruinas. En el Malbrán no hay reactivos específicos para esta enfermedad y el diagnóstico se hace por descarte. Las camas de las terapias intensivas y de neonatología de los hospitales porteños están colmadas al 100%. El Hospital de Campo de Mayo y el Policlínico Posadas -30% de sus internados tienen gripe A- decretaron por su cuenta la emergencia. La Asociación de Profesionales de Posadas informa que “no hay agua caliente, faltan camas y médicos, y los que hay están agotados, duermen como mucho dos horas por noche debido a la gran demanda”. En el hospital Notti, de Mendoza, dos médicos de guardia atienden un promedio de 300 pacientes. Esa es la norma en todo el país: una debacle. “No puede ser que no haya presupuesto ante una pandemia”, dice Horacio López, infectólogo de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Ante el derrumbe sanitario la única salida posible para enfrentar la actual situación es imponer que el sistema de salud privado pase a manos públicas, colocando todos los recursos disponibles que tiene el país disposición del pueblo. ¡No puede ser que existan clínicas cinco estrellas, con menú a la carta, mientras el pueblo se muere en las camillas porque no alcanzan los nebulizadores!
En cada lugar de trabajo y de estudio es necesario que los trabajadores se autoconvoquen para imponer un programa que nos permita defender nuestra vida y la de nuestra familia.


Quién es Juan Manzur
El nuevo ministro de Salud

El nuevo ministro de Salud de la Nación es un conocido de los lectores de Prensa Obrera. Hasta el sábado vicegobernador de Tucumán, Manzur fue ministro de Salud de la provincia entre 2003 y 2007. En ese período, según palabras del jefe de Gabinete, Sergio Massa, Manzur se destacó por sus políticas que lograron “reducir a la mitad la mortalidad infantil en la provincia”: del 25 al 12,8 por mil.
Nada de eso. Lo que hizo Manzur fue “adulterar los índices de mortalidad infantil, para lo que ordenó que los médicos no asistieran a los bebés de muy bajo peso de la Maternidad Nuestra Señora de las Mercedes, donde nacen el 40% de los chicos de la provincia” (Prensa Obrera 1041). Si los bebés viven unas horas, no hay modo de no registrarlos como nacidos vivos, ingresan en la estadística. Por eso Manzur ordenó que no se los auxiliara. De ese modo, “hay cientos de bebés, cuyo peso es inferior a los 500 gramos, que habiendo nacido vivos son registrados como ‘defunciones fetales’ o ‘egresos por abortos’, y por lo tanto no forman parte de la estadística” (Crítica, 29/6).
La denuncia partió de la Dirección de Estadísticas e Información de Salud (DEIS), un organismo nacional, alarmado por un incremento del 39% de los abortos de fetos a término en la maternidad. La investigación sobre los “abortos” descubrió que eran bebés nacidos, que los trabajadores estaban bajo un régimen de terror y que las funcionarias que habían denunciado las directivas de Manzur habían sido una desplazada -la estadígrafa Angela Zóttoli- y la otra -la epidemióloga Evelyna Chapman- despedida (Crítica, 20/6).
Ese es el campeón que eligió el kirchnerismo para combatir la gripe A.

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